Aún después de mí, detrás de mi canción estás,
regazo donde el cielo de tu vientre me ofreció
tu desnudez, tu tierna mies y el ciego desenfreno de vivir y de morir.
Porque ahora ya no hay latidos,
porque ahora ya no hay caminos.
Y tu nombre deshace apenas esta niebla,
que me condene a ser un ciego frente al mar.
Porque amiga si tú no vuelves,
en mi huerto no habrá setiembre y desangrarás la vida,
y no podré con esta herida que se lleva nuestro amor.
Mi gran amor, tu gran amor, el triste amor.
Se desvanece el mar, desmaya su oración de sal
y soy un lobo herido en las arenas de tu amor, pidiéndote, llamándote.
tratando de existir y de olvidar que ya no estás,
albergue donde yo siempre calmé mi antigua sed.