Todos los veranos Matías Prats
nos cuenta de antemano la que se va a liar:
los atascos de la A3, las obras del nuevo tren,
los retrasos en Barajas y las colas de l‘Altet.
Todos los veranos, empiezo igual:
las dos primeras noches duermo empotrado al cristal.
Y los nanos están bien, calladitos sin mover,
mientras les dure la batería de la PSP.
Como tengo tanto tiempo, puedo terminar un lienzo,
hacer un sudoku experto o en lo alto meditar.
Hay quien hace buen negocio, hay quien invoca al demonio,
otros salen a hacer pipi y otros van y echan un...
Qui quieres que te diga:
si nuestro amor es eterno más eterna es esta fila.
Puedes ver lo que avanzamos siguiendo el rastro de pipas.
Pero pienso en el premio, la playa, la arena y el sol.
(¡Son las mejores vacaciones de nuestra vida!).
En un atasco va y me metí.
Quemando gasolina a cien dólares el barril.
Quiero saber si hay un atajo por donde salir,
y por qué siempre avanzan más por el otro carril.
Desesperado miro hacia el cielo, buscando un letrero
que diga si debo seguir instrucciones.
Y sólo veo el número de muertos
del año pasado, ¡Muy útil el dato!
Todos los veranos, la DGT
amenaza con quitar todos los puntos del carnet,
con campañas en las que muere gente a tutiplén,
con anuncios que parecen Tarantino en su taller.
Otra opción que mola es coger un avión.
Pero antes mejor reza porque no haya huelga hoy.
Hace tiempo mi temor era un fallo de alerón,
y ahora temo que me digan: "Tu maleta no voló".
Lo que tanto suponía:
creo que me he dejado la luz del cuarto encendida
y la gata del vecino encerrada en la cocina.
Pero pienso en el premio, la playa, la arena y el sol.
(Sea lo que sea no vale la pena ir a verlo).
En un atasco va y me metí.
Quien quiera que se quede pero dejen salir.
Tras el embudo siempre hay un pirado que va a cien mil.
Pero va y los radares sólo me multan a mí.
Intento hacerla escalonada y no sirve de nada,
todos adivinan mi hora de salida.
Durante el viaje, verás mil peajes,
diez largometrajes y el mismo paisaje.
Da tiempo a hacerse ambidiestro, otros tienen más ingenio,
los bebés van conduciendo y otros se piran al bar.
Unos se ponen morenos, algunos sacan al perro,
otros sufren de los nervios y llegan antes andando.
Dándonos algo de prisa.
Los chiquillos juegan a saber quién es el que más grita.
Aquí se agotan las tilas y se aburren los suicidas.
Pero pienso en el premio, pienso en la playa,
pienso en la arena y pienso si vale la pena.
En un atasco va y me metí.
El GPS se hace el tonto si le pido salir.
Aun así sale más barato que usar parking.
Me atrapa la modorra y el olor a calcetín.
Por último decirle a España si han tomado nota
que sólo en campaña terminan las obras.
Yo me despido, esto es lo que escrito,
iba de camino y olvidé el destino.