Amo la aguja


Cuando me haces burla, o cuando tu boca me busca
sale a luz esa menuda perla que tu lengua oculta.
Y que atraviesa de un pinchazo ese músculo mojado
creando así una autovía por la que cruza saliva.

Son dos esferas ensartadas en una finísima vara.
Tan repugnante para muchos, a quienes yo no les escucho.
Porque cuando te doy un beso y va y me encuentro con aquello,
tengo la gran certeza que eres tú y cierro mis ojos sin miedo.

Amo la aguja que tu lengua ha perforado,
ese anillo lado a lado el mejor de tus encantos.
Por encima una bola y por debajo tienes otra
Giran y se desenroscan, hipnotizan con su forma.
Joya con forma de pesa para ejercitar tu lengua
que aunque tenga tanta, tanta fuerza, trata con delicadeza.
Acompaña con ternura tu cariño y tu dulzura,
pero cuando pide guerra la victoria se la lleva.

Amo la aguja que me hechiza como bruja,
cuando compartimos cuna dentro de nuestra burbuja.
Si no besas con cuidado se me engancha el aparato.
En tu anillo van quedando, restos de lo que has cenado.
Si te aburres en mitad de clase puedes hacer malabares
ejercicios, piruetas y pases y otros tantos disparates.
Y aunque admito que al principio me daba bastante asco
ahora no puedo dejarlo de sentir entre mis labios.

Si por la noche lo tragas ya verás como mañana
te lo encuentras en la taza y vuelve como si nada
al “gujero” donde estaba: es el ciclo de la plata,
pero antes mejor le sacas todos los restos de...
Cada vez que pienso en el tiempo que llevo con gran suspenso
imaginando que lo pesco entre los dientes y lo arranco,
discúlpame el accidente, ya verás como te crece,
para que puedas volver a perforarla otra vez.

Amo la aguja que tu lengua ha perforado,
ese anillo lado a lado el mejor de tus encantos.
Acompaña con ternura tu cariño y tu dulzura,
pero cuando pide guerra la victoria se la lleva.
Lo único que vistes que es mejor que no te quites,
así arbitra y es testigo de lo que hagas tú conmigo.
En él cuelgas tus tesoros, pinchas los recordatorios,
puedes anudar la cinta de la llave de tu taquilla.
No le faltan argumentos para quitarme el aliento,
aunque te cambió el acento a mí me tiene bien contento.

Amo la aguja que tu lengua ha perforado.
Lo mejor es el cariño, que me da estando contigo.