Llegaron al galope
soldados de un país lejano.
Hierro en la mirada,
su corazón era de oro.
Preguntaron por el agua
de un manantial extraño
para las heridas.
escoltaban un tesoro.
Y nadie supo responder.
Doncellas les ofrecieron
sus senos encendidos,
pero ellos no podían ver,
sus ojos eran de hierro.
Siguieron al galope,
buscaban una patria.
Algunas enloquecieron
mirando en un pálido mapa.
Ellos prometieron volver,
prometieron volver mañana.
¿Cuándo es mañana?
No sé, mi amor.
Nadie sabe.
El agua que corre al mar
por el aire ha de volver.
Allí se queda la sal,
aquí crece la sed.
Los árboles suplican
la lluvia de las nubes
cuando pasan
levantan sus copas,
quieren gritar su nombre.
Pero ¿quién reconoce
una nube en el cielo?
Se multiplicaban
los caminos al paso,
los amigos emprendían
destinos diferentes.
Guardaban todavía
el calor en sus manos,
pero el viento del desierto
fue quemando sus ojos
y la sangre
el brillo de sus espadas.
Ningún camino era de vuelta.
Todos se alejaban.
Mañana ¿cuándo es mañana?
No sé, mi amor.
Nadie sabe.
Mañana ¿cuándo es mañana?
Es inútil, mi amor, mirar afuera.
Mañana ¿cuándo es mañana?
No sé, mi amor.
No sé.