Cazadores de ciudad
que nunca os veis satisfechos
no me matéis en la jaula
profunda donde estoy preso.
Matarme en un sitio claro
de las montañas de Gredos
un sitio que corra el aire
y la vista llegue lejos.
Que lleven allí el garrote,
la silla y los aparejos,
que valla el juez con su coche
a hacer el levantamiento.
Que dejen a los paisanos
que suban desde los pueblos
que vean matar a un bicho
que lo tienen ya sujeto.
Que me sienten en la silla,
que me amarren con los cueros,
mirando para Madrid,
aunque yo no pueda verlo.
Maldito seas Madrid,
tu corte y tu parlamento.
Maldita sean tus leyes
y los que las hayan hecho.
Cazadores de ciudad.