¿Cómo beber de esa bebida incierta?
¿Cómo cantar el dolor y la miseria?
Calló la boca pero grita el pecho.
La luz en la ciudad ya no se escucha.
¿De qué valió ser hijo de un retablo?
Preferiría ser hijo de un sueño
o de un amor más vivo, uno cualquiera ...
Tanta mentira, tanta fuerza bruta.
Es tan difícil despertar callado
cuando la noche muda me hace daño.
Quiero lanzar un grito sobrehumano,
es mi manera de ser escuchado.
Este silencio, Dios, esta marea ...
Ensordecido permanezco atento
en mi avizor, para en cualquier momento
ver la ascension del monstruo entre la niebla.
Padre, aparta de mí este cáliz,
Aparta de mí este cáliz,
Aparta de mí este cáliz,
de vino negro, de sangre.
De tan dorado el mueble ya no anda,
De tan usado el cuchillo no acierta.
Es tan difícil, padre, abrir la puerta
a esta palabra rota en la garganta.
Orgía triste y antigua del mundo,
¿De qué me vale buena voluntad?
Atado el pecho llora la cabeza
de los borrachos ciegos de ciudad.
Padre, aparta de mí este cáliz.
Aparta de mí este cáliz.
Aparta de mí este cáliz,
de vino negro, de sangre.
Tal vez el mundo no sea pequeño
ni sea la vida un hecho consumado.
Quiero inventarme mi propio pecado,
quiero morir de mi propio veneno.
Quiero perder de una vez la cabeza,
que mi cabeza pierda tu juicio.
Oler el alma diésel del asfalto
y emborracharme hasta que me olviden.
Padre, aparta de mí este cáliz.
Aparta de mí este cáliz.
Aparta de mí este cáliz,
de vino negro, de sangre.