Fué tan rara y tan cruel la despedida,
que lloré como lloran los cobardes,
te adentraste como algo de mí vida,
que traté retenete sin alardes.
Confesaste muy claro tu desprecio,
y me hundiste por fin en el abismo,
y luchando insistí por ser tan necia,
pero todo acabó por tu egoísmo.
Fué tan rara y tan cruel la despedida,
que sentí que mí cielo se nublaba,
porque fuiste la cosa más querida,
que el destino en su marcha me robaba.
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Tú fingíste muy bien ante la gente,
que ignoró nuestro amor y condiciones,
y al sentirme en tus brazos diferente,
comprendí la maldad de tus traiciones.
Fué tan rara y tan cruel la despedida,
que me ví desdichada entre tus brazos,
supliqué con amor la fé perdida,
y al sentir por tú culpa mis fracasos.
Fué tan rara y tan cruel la despedida,
que sentí que mí cielo se nublaba,
porque fuiste la cosa más querida,
que el destino en su marcha me robaba..