Hay que laureles tan verdes,
que flores tan encendidas,
sí piensas abandonarme,
mejor quitáme la vida,
alza esos ojos a verme,
sí no estás comprometida.
Eres rosa de castilla,
que sólo en mayo se vé,
quisiera hacerte un invite,
pero la verdad no sé,
sí tienes quien te lo evite,
mejor me separaré.
Eres mata de algodón,
que vives en el capullo,
hay que tristeza me dá,
cuando te llenas de orgullo,
de ver a mí corazón,
enredado con el tuyo.
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Voy a hacerte una visita,
como la del otro día,
te traje una florecita,
con sereno todavía,
para juntar mielecita,
con tu boquita y la mía.
Adiós vereda del lago,
del agua del río florido,
tú me has robado la calma,
de todas las que he querido,
abre tus bracitos mí alma,
para quedarme dormido.
Ahí les va la despedida,
chinita por tus quereres,
la perdición de los hombres,
son la bénditas mujeres,
aquí se acaban cantando,
los versos de los laureles..