Salman Rushdie, ¿dónde estás?
¿Dónde estás, triste de ti?
¿Qué puedes hacer cuando ya te han condenado?
Deberías empeñar la máquina de escribir.
Para un buen musulmán eres un poco blasfemo,
tienes menos vista que el cuñado de Polifemo.
El arco tensado, el verdugo preparado,
la flecha disparada, ¡pagarás, pagarás tu gamberrada!
¡Larga vida a Salman Rushdie!
Salman Rushdie, busca en la guía,
busca un cirujano en las páginas amarillas
que te cambie la nariz, que te cambie la barbilla,
o mejor toda la cara y a vivir que son dos días.
Poderoso caballero casi siempre es don dinero,
y si tú pagas primero, verás cómo Def Con Dos,
te defenderán de la cólera de Dios.
Si han asesinado al presidente Sadat,
por comer pinchos morunos en el mes de Ramadán,
imagina que te harán a ti, que eres un pringao,
con la muerte en los talones, ¡mira que eres subnormal!
¡Larga vida a Salman Rushdie!
Alá es Dios y Mahoma su profeta,
no escribas lo contrario, no me hagas la puñeta,
jamás jamé jamón, bájame la jaula, Jaime.
Reza mientras puedas, que ya está afilado el sable.
Andes lo que andes, aunque andes por los Andes,
te van a encontrar y te vas a enterar
de lo que vale un peine en el mercado de Bagdad.
¿Es que ya te has olvidado de lo grande que es Alá?
¡Larga vida a Salman Rushdie!.