Hoy día se llora en Chile
por una causa penosa.
Dios ha llamado a la diosa,
a su mansión tan sublime.
De sur a norte se gime,
se encienden todas las velas,
para alumbrarle a Gabriela,
la sombra que hoy es su mundo
con sentimiento profundo
yo le rezo en mi vihuela.
Presidenta y bienhechora
de la lengua castellana,
la mujer americana,
se inclina la vista y llora,
por la celestial señora
que ha partido de este suelo,
yo le ofrezco sin recelo,
en mi canto a lo divino,
que un ave de dulce trino,
la acompañe al alto cielo.
En medio del paraíso,
hay un sillón de oro fino
y un manto de blanco lino
que la virgen misma le hizo
un ángel de bellos rizos,
está esperando en la entrada,
a la mejor invitada
que ocupará aquel sillón,
hasta la consumación
santa Mistral coronada.
Hay una fiesta en la gloria,
y un llorar aquí en la tierra,
como si una grande guerra,
haya manchado la historia
jamás de nuestra memoria,
ha de olvidarse Gabriela
los niños de las escuelas
ya no tienen su madrina.
La providencia divina
se llevó la flor más bella