Padre, quiero confesarme
he pecado con mi carne,
mire padre, estoy temblando
de mis últimos orgasmos.
¡Dios mío!, ¡Dios mío!.
Tengo el pene ensangrentado
tenía solo doce años,
la maté de un solo golpe
y la he enterrado por el monte.
¡Dios mío!, ¡Dios mío!.
No podría delatarme,
sabe que puedo ayudarle,
lo siento padre, ¡pero es la carne!.
La carne, padre, la carne, padre
¡me vuelve loco!, ¡me vuelve loco!.