Tuvo la suerte de nacer con las estrellas a favor
en una casa humilde donde nada le faltó
un disco de los Beatles de su padre le gustó,
y el Ojalá de Silvio que un amigo le grabó.
Tuvo la suerte de encontrarse una guitarra en el salón,
y el misterioso don de darle vida a una canción,
el miedo de cantarla un día desapareció,
y a base de enfrentarse con el público aprendió.
Entonces llegaron las flores y regalos.
Lo bueno y lo malo que tienen los aplausos.
Tuvo la suerte de fichar por una multinacional,
grabó su primer disco sin saber lo que es cantar,
las emisoras pronto lo empezaron a pinchar,
y fue a programas donde había jurado no ir jamás.
También tuvo que ser amable con la gente, y tuvo que firmar
autógrafos que se pregunta dónde acabarán,
y tuvo un camerino con su nombre y tuvo más
de lo que merecía aquella pose de humildad.
Entonces llegaron las flores y regalos.
Lo bueno y lo malo que tienen los aplausos.
Tuvo y todo lo que tuvo lo ha dejado de tener,
pero a pesar de todo no dejó de componer,
anoche me contó que ha terminado una canción,
que nadie por desgracia escuchará y es la mejor.
Y nunca llegaron ni flores ni regalos,
lo bueno y lo malo que tienen los aplausos.
Y entonces llegaron las flores y regalos.
Lo bueno y lo malo que tienen los aplausos.