Lolita Pluma


Sonrisa desdentada,
rimel y colorete
y un kilo de carmín
para ocultar sus labios
de toda mueca ruin.

Lacitos colegiales
en su encrespado pelo
y un traje bien chillón
absurdamente corto,
justifica el revuelo,
que a su paso dejó.

Por el Santa Catalina
ella va de esquina a esquina,
como una reina en su corte,
atendiendo al personal
y encendiendo fantasías
por el lugar.

Es... Lolita Pluma,
sí... Lolita Pluma,
cuando se vaya morirá
un poco toda la ciudad
desde Ripoche a la Naval.
Es Lolita Pluma,
nuestra Lolita Pluma,
que desde el "El Río" hasta "El Central"
pasea, con toda autoridad,
su extravagancia singular.

Amante protectora
de quince o veinte gatos,
cajita de cartón
con chiclets y retratos,
y ese alegre alegato
que es su conversación..