El campeon olimpico de la muerte


No puede ser,
mas sin embargo, sí es,
no puede ser,
mas sin embargo, sí es.

La familia Williams
recibió un mensaje del gobierno imperial:
¡Enhorabuena, su hijo es un héroe,
un campeón de la metralla
y la granada mortal!

¡Oh, sí!, es que él es
¡Oh, sí!, tan sólo es
un auténtico campeón olímpico
de la muerte.

Mató 300 niños completamente inocentes,
asesinó a 400 mujeres
defensoras de la vida,
aniquiló a 600 campesinos
defensores de su tierra,
anegó ríos con sangre
y sembró campos con fuego
y llenó de plomo y NAPALM
el cielo de esta tierra.

No, no, no, no… puede ser
El héroe llegó sin un ojo,
sin un brazo, sin un pie,
diez medallas de oro por el ojo,
veinte medallas por el pie
-dijo el senador-,
treinta medallas por la mano
-dijo el diputado-,
y la familia Williams estaba orgullosa
ya que él era
un auténtico campeón olímpico
de la muerte.

Un día el héroe despertó completamente aburrido,
agarró sus medallas, sus granadas
y salió a la calle,
arrasó mucha gente
y sembró flores de sangre,
¡Oh, sí!, es que él era
¡Oh, sí!, tan sólo era
un auténtico campeón olímpico
de la muerte.

Cada policía le aventó
una bomba atómica al cerebro,
una bomba neutrónica
aventó a sus pies,
una bomba protónica
aventó a su cuerpo, sí.

Y esta vez no hubo medallas, no,
esta vez no hubo medallas
para el campeón olímpico
de la muerte.

Estaba muy loco
-dijo el presidente-,
le apestaban las patas
-dijo el senador-,
andaba muy pacheco
-dijo el diputado-, sí,
la familia Williams estaba orgullosa
ya que él era
un auténtico campeón olímpico
de la muerte,
campeón olímpico..