En el mar he oído hoy,
Señor, tu voz que me llamó
y me invitó a que me entregara
a mis hermanos.
Esa voz me transformó,
mi vida entera ya cambió,
y sólo pienso ahora, Señor,
en repetirte:
Padre Nuestro, en ti creemos,
Padre Nuestro, te ofrecemos,
Padre Nuestro, nuestras manos bis
de hermanos.
Cuando vaya a otro lugar,
conmigo Te quiero llevar
a mis familia y a mis amigos
y seguirte,
porque Tú eres el Amor,
porque tu Nombre es la Verdad,
porque jamás me cansaré de repetirte…
Cuando miro alrededor,
Señor, me cuesta comprender,
me siento solo y al hablar
me quema un grito.
Se confunde con dolor,
Señor, la dicha de saber
que estás de nuevo junto a mí.
Te necesito..