Sentado está
frente al televisor
que refleja en él
mil caretas de luz.
Mas dentro de sí
comienza a volar
su imaginación.
Indiferente,
allí en el sillón,
su dominante mujer.
Comienza a trepar
cien montañas de mar;
lanzando feliz,
carcajadas al sol.
Un rojo dragón
custodia el portal
de "la perfección";
de un golpe eficaz,
lo pone a dormir
y ya no puede entrar.
Un mural. Letras de néon.
Una advertencia.
"NO ES ESTE TU LUGAR
NO LO ALCANZARAS NI CON LA CIENCIA"
De pronto una voz
agria y familiar lo volvió a su sillón;
¡la tele acabó, apagala ya,
tienes que madrugar!.