[Madnass]
Salgo de casa escojo la aglomeración en un vagón a los atascos,
debajo de la capucha asoma el cable de los cascos,
suena Rasco and Cali Agents a las once tengo examen
mentalmente lo repaso a cada paso escribo Hendes,
son vidas convergentes, en el anden de un tren todos presentes,
pero ausentes de un modo inconsciente
rumbos diferentes, rutino dependientes
miradas indiferentes nos da igual quien haya enfrente,
pendientes de ser siempre puntuales, seguimos los rituales
y eso es lo que aquí nos convierte en iguales
pero jóvenes con libros ejecutivos con traje
operarios, nadie elige su compañero de viaje,
dentro el discman hace de camuflaje,
es hora de que me relaje ausente la mente y escriba mis mensajes y frases,
en una hoja del cuaderno de mates,
grabaré pronto mi promo y ahora la inspiración late
veo una señora con el bolso bien agarrado
que debate en cambiar de asiento viendo al árabe de al lado,
él solo anda ocupado de su mochila,
con la mirada perdida y nervioso, parece preocupado,
pegado a el un hombre observa la escena con pena
en sus ojos veo la condena, de ser preso del sistema
siente las cadenas de un empleo y la verdad lo entiendo,
vive para trabajar viendo como el tiempo le quema,
suena la sirena, pero ultima parada teóricamente
y esta gigante serpiente de metal frena,
las puertas de acceso se llenan, por ambos lados
unos suben otros bajan, todos apresurados,
algo a cambiado veo caras nuevas,
la mujer del bolso respira tranquila su miedo se ha evaporado,
el árabe a olvidado su mochila al irse, yo sigo dentro
esperando tener un buen día al fin del trayecto.
[Estribillo] (x2)
En el último tren, cada vida se fue,
en medio de ese andén, acabo su camino,
pregúntate cuando es tu fin y tu destino
y nadie sabe si a su lado puede haber un asesino.
[Dash]
Mientras apago un cigarrillo y tomo asiento en un vagón del tren,
mas gente se haya en el anden esperando subir yo,
aparto la mirada frente a la ventana sin pensar en nada,
solo en una larga jornada de estrés,
a mi lado mi compañero de viaje, se muestra inquieto
saca su móvil del bolsillo mira su reloj atento,
por su aspecto, yo diría que es marroquí o argelino,
cuestión de términos y el decir que es moro te suena a asesino
pero en este vagón abunda la diversidad es mas,
si te diriges camino de Madrid capital,
gente de todas las edades con sueños diferentes van,
camino del trabajo, otros de la universidad,
en el ambiente queda reflejado el rostro de las prisas,
por forjar un futuro que eclipsa nuestro presente,
mi vida es un calendario con días marcaos en fluorescente
un inventario a diario que me hizo olvidar cada sonrisa,
atrás quedo otro aniversario y tres meses frente a la brisa,
hoy mi visa es el sudor de mi frente, que se desliza
gota a gota junto a esas facturas con este salario,
presa de mi empresa como tortura, deseo mi muerte,
pero pensar cual será mi suerte me llena de vida,
una familia por la que luchar no una cruel despedida,
mi compañero olvida su bolsa al bajar yo sigo dentro,
esperando tener un buen día al fin del trayecto.
[Estribillo] (x2)
En el último tren, cada vida se fue,
en medio de ese andén, acabo su camino,
pregúntate cuando es tu fin y tu destino
y nadie sabe si a su lado puede haber un asesino.
[Lom C]
Mientras me siento en el vagón recuerdo como era de niño
con mis risas y mis sueños mas dulces, allí en el pueblo,
dios hizo al hombre y junto a el dicto sus normas,
brilla una estrella, suspiro, pasan las horas
imagino el calor del hogar, mi madre y mis cinco hermanos y un silencio de hielo,
duras jornadas de trabajo en esta vida de envidia siempre rezando
pero el cielo no comprende tu idioma,
el oro negro es la condena de este gente de paz que conversa inquieta,
hay sangre en sus almas y mil preguntas sin respuesta
ojos que miran con miedo, que te recuerdan
que es difícil huir de este infierno, la ultima puerta
vi a mi padre morir en sus guerras,
sentí la sangre y el suplicio de perder esta tierra
sufrí el hambre, olvidado en el tiempo,
huí de todo aquel desierto para ser un muñeco sin cuerdas y volver al comienzo
en un país extranjero, donde el dinero no escasea,
si eres un empresario que compra el sueño de miles de aldeas,
recuerdo bombas, el ruido en mi consciencia
existencia triste, dolor, y el niño no resiste,
mi corazón se altera, vuelvo a sentir el vértigo
de hablar con mi dios y de ser su siervo hasta el final
se aceleran mis nervios un sudor frío recorre mi cuerpo
mi compañero de asiento en un momento morirá,
aun recuerdo aquella imagen de mi,
aquel despojo de traiciones y tragedias ocultas,
toda mi familia muerta por honor a sus leyes,
mi vida solo es un camino que me lleva hasta el cielo,
reyes y mártires de un sueño, de una señal divina
que ilumina este universo sagrado sin nada mientras todo termina
pongo un pie en el anden, y aspiro el humo de un cigarro
que me lleva hasta dios, y a la explosión del ultimo tren.
“Montse, oye: estoy estoy en Atocha, ha habido una bomba en el tren y hemos tenido
que...”.