En la fonda de la Peta,
que era una negra de agallas,
se juntaban los puetas
para batirse a versainas.
Los pilló la guerra
a los puetas, a los puetas;
los equipó un sargento
al trote, con bayoneta.
Era su arma el ingenio;
su trinchera, la guitarra;
sus proyectiles, los versos;
sus estrofas, la metralla.
Se engancharon los puetas
en el Segundo de Línea;
fueron saltando trincheras,
siempre en la primera fila.
El tuerto Casas Cordero
y el gran Nicasio García
le recitaron al cielo
cuando perdieron la vida.