Tengo yo un primo que es todo un maestro
de lo mio, de lo tuyo, de lo nuestro;
un lujo para el alma y el oido,
un modo de vengarse del olvido.
Boca que mira,
vacino de Estambul, rey de Algeciras.
Viene del Poble Sec ese atorrante
universal, charnego y trashumante,
que saca, cuando menos te lo esperas,
palomas de la paz de su chistera.
Y, cuando canta,
le tiembla el corazón en la garganta.
Harto ya de estar harto de las fronteras
va pidiendo escaleras para subir
de tu falda a tu blusa, toca madera:
tendría que estar prohibido un fulano así.
Detrás esta la gente que necesita
su música bendita más que comer
y el siglo que deshoja su margarita.
Yo, de joven, quisiera ser como él.
Tengo yo un primo que es primo de todos
cada cual a su forma y a su modo;
loco hidalgo con yelmo de Mambrino
que no teme a gigantes ni a molinos
y cuando gana
el Barça cree que hay Dios y es azulgrana.
Qué poca seriedad, qué mal ejemplo
para los mercaderes de los templos
ese alquimista de las emociones
que cura las heridas con canciones.
Mi primo el Nano,
que no me toca nada y es mi hermano.
Harto ya de estar harto de las fronteras
va pidiendo escaleras para subir
de tu falda a tu blusa, toca madera:
tendría que esta prohibido un fulano así.
Detrás esta la gente que necesita
su música bendita más que comer
y el siglo que deshoja su margarita.
Yo, de joven, quisiera ser como es
mi primo Joan Manuel. .