Yo era un muchachito cuando murio mi viejo,
fue tanta la miseria que mi viejita y yo,
comiamos llorando el pan mugriento y duro,
que en aras de misería mi mano mendigó.
Mi probre viejesita lavando ropa ajena,
quebraba su espinazo al pie del tinajón,
por miseras monedas con que calmar su pena,
las crueles amarguras de nuestra situación.
Fui creciendo a la bandola y en mis años juveniles
agarre por el camino que mejor me parecío,
me codie con milongueras y apode con copetines,
y el mejor de mis amigos cuando pudo me vendío,
engreido me hice el guapo y me encerraron entre rejas
y de preso ni un amigo me ha venido a visitar,
sólo el rostro demacrado y arrugado de mi vieja
se postro contra la reja para poderme besar...
A usted amigo que es tan joven le dare un consejo de oro,
deje farras y milongas que jamas le ha de pesar,
cuide mucho a su viejita, que la madre es un tesoro.
un tesoro que al perderlo otro igual no encontrara....