El murmullo que se disuelve entre el alboroto de la multitud
hace que las memorias dispersas bajo nuestros pies se emborronen juntas.
El ardor de la calle donde camino perdido en una evidente dirección
me ilumina con tanta frialdad como si se estuviera congelando.
El tiempo frío hace que los sueños caigan como lluvia y se deslicen por mis manos.
Cuando despierto de mis incontables deseos, tú estás reflejado en una ilusión brillante.
La silueta que se desvanece sonríe y me guía.
Aun si la gentileza que tan sólo cuenta cómo la ansiedad fluye
ha alcanzado la eternidad, todavía no quiero que llegue el mañana.
Las palabras que tengo que decirte me las digo a mí mismo
Caigo en una rutina del día a día, aún sin sombras.
Con un dedo tembloroso, recojo los sueños; sin ni siquiera respirar sobre ellos, se desmenuzan.
Incluso las cosas más certeras son demasiado poco fiables; si creo en algo, ¿puedo estar contigo otra vez?
La silueta de aquél día se desvanece en blanco.
Mirando a aquella estación teñida de palidez (Sueño de una vida de invierno)
yo, que dejé de moverme, fui arrastrado.
El viento lo barre, lo deja atrás; aún el anhelo está creciendo
impotente en el frío de mi corazón.
El tiempo frío arrastra los sueños; pero están agarrados y sujetos en tus manos.
Cuando despierto de mis incontables deseos, tú estás reflejado en una ilusión brillante.
La silueta que se desvanece sonríe y me guía..