No eran mártires ni héroes, sólo fueron a luchar
con la rabia de los pobres contra el fascismo brutal.
Pelearon contra los caciques y la prepotencia militar,
y dieron la vida por simple dignidad.
Los matones se reían y el cabrón del cura los bendecía
mientras los mataban en nombre de su dios.
Cara al sol de madrugada, con una camisa azul.
Los tiraron como a perros en una fosa común.
El silencio de los muertos grita libertad.
Los mataron de un tiro en la nuca o fusilados contra la pared,
los eliminaron con saña criminal.
Los matones se reían y el cabrón del cura los bendecía
mientras los mataban en nombre de su dios.
Aquellos que apretaron el gatillo no debieran olvidar
que aquellas balas no mataron todo, nadie mata a la verdad.
En una cuneta, entre calaveras agujereadas nació la democracia.
La herida sigue abierta ! !.